Pregunta:

Hola Xavi,

En primer lugar darte las gracias por ser tan amable de poder atenderme.

Vivo desde hace unos años en Alemania. Un Curso de milagros está cambiando mi vida de una manera como jamás lo hubiera creído, por ello el dirigirme a personas que estén más curtidas en la materia.

Mis preguntas son:

Entiendo que no debemos de juzgar, porque es ego. Bien, a veces es difícil y imagino que no soy el único, ¿algún pequeño truco o consejo para que me fuera más fácil?, algo que seguro me pudieras decir que no sepa.

Otra de mis grandes dudas es perdonar, es algo que para el ser humano es casi imposible, o eso creo, por esto te escribo.

Bien, ¿qué debo de hacer para perdonar? o decir mentalmente algo como si tengo algo que debo perdonar decir que lo dejo todo en el poder de Espíritu Santo?, por favor necesito una aclaración.

Muy atentamente

A.

Respuesta:

Hola, A.

Felicidades por el “cambio” que me cuentas. Si sigues así y tomas el compromiso de llegar al final de los ejercicios, verás que más allá del Curso existe una maravillosa capacidad de escoger la paz interna que sobrepasa todo entendimiento y que tú, paso a paso, estás incorporando a tu sistema de pensamiento.

Mientras estamos en el proceso del cambio de percepción, es imposible no juzgar. Es más, en nuestros juicios están las señales para aplicar el perdón hacia nosotros mismos y la entrega de esos juicios al Espíritu Santo. No entregamos las situaciones, sino que entregamos los juicios que hacemos de ellas para así, juicio a juicio, perdón a perdón, ir deshaciendo los programas que nos hacen proyectar una y otra vez las mismas situaciones a nuestras vidas, situaciones que nos hacen sufrir. Recuerda: La felicidad es la ausencia de sufrimiento. Y recuerda también: Cada vez que se repite una situación desagradable en nuestra vida, es que existe un perdón pendiente.

«Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente: No conozco el significado de nada, incluido esto. No sé, por lo tanto, cómo responder a ello. No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora.» T-14.XI.6:6-9

Por lo tanto, bienvenidos los juicios que nos permiten observarlos en el momento presente, en el aquí y ahora, tomar conciencia de ellos y de la carga de separatividad que conllevan y aplicar esa maravillosa herramienta que el Curso nos enseña: Perdonarnos y confiar esos juicios al Espíritu Santo. Y así nos unimos cada vez más a nuestros hermanos, sanando en nosotros aquello que vemos en ellos.

“La decisión de juzgar en vez de conocer es lo que nos hace perder la paz”.

Por eso un Curso de Milagros no se hace meditando en el Tíbet, sino que el aprendizaje nace de una auto-observación profunda de nuestros pensamientos, allí donde estemos, en nuestro trabajo, en nuestra casa y en nuestra vida diaria (y si estamos en el Tíbet, también, jejeje). Durante esa observación, que conlleva un cierto estado de alerta constante, vamos detectando esos juicios provenientes de nuestra sombra, de aquello que no queremos que se sepa, de las culpas que arrastramos y que proyectamos en los demás, y los pasamos por el tamiz del perdón y la entrega. Las veces que haga falta, por eso practicamos. Recuerda: “Solo la paciencia infinita produce resultados inmediatos”. ¿Y qué resultados inmediatos son esos? No te quepa duda: las lagunas de paz interna que encontramos en el camino, que cada vez son más grandes. La felicidad está en el camino, y no en el destino. Debajo de los juicios y la guerra interna, está la Paz, el Amor y la Abundancia, que son lo mismo, o sea: Tú. Siempre puedes elegirlos, y el Curso te ayuda a que cada vez sea más fácil y rápido hacerlo.

«Deseo la paz de Dios. Decir estas palabras no es nada. Pero decirlas de corazón lo es todo. Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento.» W-pI.185.1:1-3

Por tanto, siempre recomiendo a los estudiantes que ese proceso de auto-observación del pensamiento se haga desde una perspectiva paciente y, sobre todo, que se aplique el humor y la ternura hacia uno mismo constantemente. El ego se pone fácilmente el disfraz de la búsqueda de perfección y, cuando detectamos que se nos ha escapado un juicio, una emoción, una acción u omisión que pensamos que deberíamos haber detectado y perdonado, intenta echar más culpa a la mochila con pensamientos del tipo “nunca voy a poder cambiar, etc.” En este caso, únicamente debemos perdonarnos ese juicio que estamos emitiendo sobre nosotros mismos y entregarlo al Espíritu Santo. Y elegir de nuevo como queremos pensar. Repito: Una y otra vez, las que haga falta.

“Debo haber decidido equivocadamente porque no estoy en paz. Yo mismo tomé esa decisión, por lo tanto, puedo tomar otra. Quiero tomar otra decisión porque deseo estar en paz. No me siento culpable porque el Espíritu Santo, si se lo permito anulará todas las consecuencias de mi decisión equivocada. Elijo permitírselo, al dejar que Él decida en favor de Dios por mí.» T-5.VII.6:7-11

Para que este proceso no sea “tan difícil”, recuerda que esa es la típica respuesta del ego, que cree que lo tiene que hacer todo él, cuando más bien es al contrario: Cuanto más confiemos en que el Espíritu Santo está a cargo de la Expiación y renunciemos a ser guardianes de nuestro sistema de pensamiento, más rápido será ese proceso. Cuando aprendamos a echarnos a un lado y dejar que juzgue y decida Aquel que sabe y que tiene toda la información, antes incorporaremos una nueva manera de ver el mundo y de interactuar con él.

“Si estás dispuesto a renunciar a tu sistema de pensamiento y ofrecérmelo a mí, yo lo corregiré con gran delicadeza y te conduciré de regreso a Dios” T-4.I.4:7

Tómatelo como un juego: Estás jugando al pilla-pilla con los juicios que vienen a tu mente. Cada vez que pillas uno, lo aprisionas, te perdonas y lo entregas al Espíritu Santo. Y después alégrate y bendice mentalmente a tu hermano por haberte hecho ver la luz y por apartarte un poco más de la irrealidad del mundo.

Y para terminar, recuerda siempre que la pregunta que debes hacerte siempre es: “¿Para qué? Y no “¿Cómo?”, que es una pregunta del ego, que solo quiere analizar e intelectualizar el Curso. Y la respuesta al “para qué” es “para que yo me perdone, entregue mi juicio, y tome conciencia de mi avance”. Ante tu pregunta de “cómo hago para perdonar” solo puedo responderte cómo lo hago yo: Pienso “Esto es mío, me lo perdono y entrego este juicio al Espíritu Santo. Gracias por permitirme verlo.” Y si no “entiendo” o no “veo” que sea mío, me digo “Me perdono por si acaso, ya lo entenderé a su debido tiempo”. Porque no olvides también que el “cuando” es otra pregunta del ego. El tiempo no existe, y esto lo entendemos cada vez más mientras avanzamos en nuestro trabajo con el Curso y vamos acortando nuestra percepción de ese tiempo lineal.

No hay que hacer nada más: Perdonar(se) y entregar, hasta que se convierte en un proceso automático, como los juicios. Y, al igual que éstos, este proceso de inversión tiene el poder infinito del pensamiento, y provoca una realidad (o mejor dicho, una percepción de esta) completamente nueva y feliz.

Y déjame que insista en un detalle importante: Tú no tienes que perdonar a nadie, tan sólo a ti mismo a través de todo aquello que veas en tu hermano.

Y recuerda: «Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego, » T-4.V.1:1-2

Muchas gracias por permitirme compartir y seguir aprendiendo mientras te escribo estas líneas.

Un abrazo,

Xavi

SESIONES ONLINE SEMANALES

¡Anímate y apuntante al grupo online Milagros Cotidianos!