Un estudiante le preguntó a su maestro, “Maestro, quiero iluminarme como usted.” El maestro le responde, “Entonces ven a estudiar conmigo durante 10 años.” El estudiante, entusiasmado, le dijo, “Maestro, yo estoy dispuesto a meditar todos los días, a estudiar, leer muy detenidamente, a poner todo mi enfoque para poder iluminarme antes”. Y entonces el maestro le contestó, “Si haces todo eso, tardarás unos 40 o 45 años.”

En otras palabras tú no puedes estar más allá de donde ahora mismo estás. El proceso del perdón no te pide que hagas algo sino que dejes de hacer, que en este caso sería que dejes de juzgarte por estar donde estás. Si es ahí donde estás, es ahí donde tienes que estar pues es ahí donde tienes la oportunidad perfecta para perdonar.
Pero el ego se cree que hay un estado que “alcanzar.” No hay nada que alcanzar, no hay ningún sitio a donde llegar, no hay sino este momento, y es aquí donde reconoces tu divinidad, o puedes esconderla detrás de una idea de lo que crees que “deberías” hacer para “intensificar” la práctica del perdón o lo que creas que debes hacer para “iluminarte”.
Simplemente deja de juzgar o juzgarte y acepta lo que es. Y si haces eso, y aceptas cada situación y cada experiencia como lo que es, no hay necesidad de “intensificar” nada, simplemente estás viviendo el presente.

Mas el que hace esa pregunta es el personaje y tú no eres el personaje, eres la experiencia misma, que por momentos se cree ser algo separado de si misma, se cree ser un personaje separado del Todo. Este proceso no requiere de análisis ni de entendimiento intelectual, que es ahí donde te pilla el sistema de pensamiento del ego. Este proceso requiere confianza en el proceso mismo. Requiere paciencia, y no paciencia para alcanzar algo, paciencia para que ahora mismo experimentes la paz de Dios, que por algo se nos recuerda; “Ahora debes aprender que sólo la paciencia infinita produce resultados inmediatos.” T-5.VI.12:1

El ego siempre quiere saber ¿Cuándo? y ¿Cómo?. Preguntas que no tienen nunca respuesta. Siempre hay que ir a la pregunta: ¿Para qué estoy viviendo esta ilusión? Y la respuesta siempre es la misma: «Para darme cuenta, mediante el perdón, de que es precisamente eso: Una ilusión, creada por mí. Por tanto, si yo la he creado, solo yo puedo cambiarla. Y así construimos el sueño feliz, necesario como paso previo para el entendimiento final o iluminación, como se llama en otros caminos que son, como muy bien dice UCDM, diferentes versiones del plan de estudios universal.

“El programa de estudios que el Curso propone se planeó meticulosamente y se explica paso a paso, tanto en el orden práctico como en el teórico. El Curso pone más énfasis en la aplicación práctica que en la teoría, y más en la experiencia que en la teología. Señala específicamente que «una teología universal es imposible, mientras que una experiencia universal no sólo es posible sino necesaria» (Manual, pág. 83). El Curso aborda temas espirituales de carácter universal. Subraya que no es más que una de las muchas versiones del programa de estudios universal, y que difiere de las demás sólo en su forma. En última instancia, todas conducen a Dios.” (Prefacio).

Xavi

Imagen de jplenio en Pixabay

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