De lo primero que debes ser consciente es de que tu mente está dividida. Una parte es la mente ilusoria y la otra es la real, la mente que percibe la verdad. Tanto una como otra tienen una coherencia, porque ambas proceden de tu mente santa. Lo que ocurre es que has decidido poner una parte de tu mente al servicio del ego. Esta separación ocurrió cuando tú creíste que estabas separado de Dios, de la Fuente Universal. Pero, como no es real, de aquí nace la ilusión y su mundo.

Ambas mentes perciben el mundo de manera diferente. Esto te convierte en el hacedor del mundo que deseas ver. Si no eres consciente de ello, entonces te conviertes en víctima de un mundo en el que percibes peligros, buscas ídolos protectores, crees que pueden hacerte daño y que tú también puedes hacerlo. Un mundo en que la enfermedad es algo temible, la muerte un fin, el sufrimiento es una manera de vivir y toda la vida es un sinfín de problemas que debes resolver para subsistir. Ese es el mundo del miedo, en el que rige la proyección. Por otra parte, la mente recta, la que está inspirada por el Espíritu Santo, percibe el mundo como un lugar lleno de oportunidades para aprender, para aplicar correctamente el perdón. Es la mente de la curación. Es el mundo real, el mundo donde vive el Amor. Es el mundo de la extensión.

Uno de los principios que rigen el mundo de la ilusión es el principio de escasez, de la carencia, de la falta, de la pequeñez. Se alimenta del miedo y de la separación. Por eso UCDM nos dice: “La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensación de estar separado de Dios”. Debido al principio de escasez, “…Buscamos en otros lo que consideramos que nos falta a nosotros. “Amamos” a otro con el objeto de ver qué podemos sacar de él. De hecho es esto es lo que en el mundo de los sueños se le llama amor.”

Para sanar, hemos de invertir nuestro sistema de pensamientos, debemos decidir quién dirigirá nuestra mente. Esto requiere un estado de alerta, un cuestionamiento de todas las creencias para que la mente empiece a pensar más libremente. Y eso NO lo podemos hacer solos, o desde el ego. Necesitamos de la ayuda del Espíritu Santo: Dejar de buscar afuera, sabiendo que lo que hay afuera solo es la manifestación de lo que está dentro de nosotros. El mismo Aristóteles decía: “Si te preocupan problemas financieros, amorosos o de relaciones familiares, busca en tu interior la respuesta para calmarte. Tú eres el reflejo de lo que piensas diariamente.” La mente manifiesta la enfermedad cuando ella misma no está en coherencia con lo que piensa y con lo que hace. Toda curación empieza con esa verdad. La prolongación de la enfermedad deriva de su atribución a la casualidad o de considerársela una “cruz” enviada por Dios. De esta idea se nutren tanto el ateo como el mártir. Ambos creen no tener nada que ver con lo que les sucede. El primero piensa que Dios no existe, y el segundo que Dios le exige sacrificios para santificar su alma. La enfermedad es la creencia de que todo lo que me ocurre se debe a factores externos a mí.

UCDM dice que nuestra mente está tan atrapada en sus creencias de separación que se necesita un enfoque de conciliación entre el cuerpo y la mente, lo que el Curso llama “magia”, o remedios mágicos para sanar el cuerpo. Mientras sanamos nuestra mente, debemos tomar remedios para sanar el cuerpo. Calmar los dolores ayuda a que la mente esté lo bastante tranquila para reflexionar acerca de las percepciones que debe sanar para hallar la paz interior. Ese es el requisito previo para la curación de todos nuestros males.

UCDM nos conmina a estar alerta, a tener una mente disciplinada ya mirar dentro de nuestro corazón antes de tomar cualquier decisión. A ser adultos emocionalmente responsables y no adolescentes. A reconocer que formamos parte de un Todo y que éste nos proporciona las soluciones a nuestros males. A rechazar la idea de que estamos solos, a merced de todo lo malo, empezando por la enfermedad. Sin ese cambio de pensamiento, acceder al estado de curación es imposible.

(Texto basado en “Curación a través de UCDM” de Enric Corbera, adaptación libre de Xavi Demelo)

Imagen de PatrizioYoga en Pixabay

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