SIETE CAJERAS DE MERCACOÑA SE ILUMINAN A LA VEZ Y DESAPARECEN DE SU PUESTO DE TRABAJO.

Los clientes se fueron sin pagar… ¡Y con los guantes de plástico puestos!

Se rumorea entre los empleados que la súbita e inesperada iluminación se produjo debido al intenso trabajo interior que últimamente realizaban las susodichas cajeras. Por lo visto, para sobrellevar la presión producida por el estado de emergencia, se habían apuntado a un curso de iluminación por correspondencia, dirigido por un extraño individuo de largas barbas, pelo largo, túnica larga y que “largaba” por la boquita que no veas.

La dirección le ha quitado hierro al asunto, asegurando que se trata de “un suceso puntual, fortuito, sin importancia” y que “solo afecta a un tanto por ciento ínfimo del total de sus empleados”. Asimismo, y en un tono de velada amenaza, el portavoz de la compañía ha manifestado, en referencia a los clientes que se fueron sin pagar: “Sabemos dónde viven”.

La Asociación de Familiares Víctimas de la Iluminación de Mercacoña ha exigido a la empresa la devolución de los enseres personales de las cajeras y el cobro del sueldo íntegro de éstas hasta que no vuelvan “de allá dónde sea que estén ahora”.

Los sindicatos, a su vez, han solicitado que la empresa pague a todos sus trabajadores un plus de peligrosidad por iluminación y que no se contrate a personas pertenecientes a colectivos de riesgo, como profesores de yoga y meditadores compulsivos. Tampoco a aquellos individuos cuya aura irradie amor, compasión, esperanza, etc.

Xavi Demelo

Enviado especial en Mercacoña

Imagen de Antonio Cansino en Pixabay