En Un Curso de Milagros se expresan grandes verdades universales, ocultas tras metáforas y palabras pseudorreligiosas. Palabras que a mucha gente le molestan, tal como me ocurría a mí. (El otro día, sin ir más lejos, comenté en una conferencia que, durante el primer año en que me dediqué a facilitar el Curso, cada vez que tenía que pronunciar “Espíritu Santo”, decía todos los sinónimos de carretilla para “contentar” y “no asustar” a los posibles escépticos que hubiera entre el público.) Más tarde comprendí que lo que había que cambiar eran los conceptos, no las palabras. Luego entiendes que Dios es Inteligencia Universal, que el Espíritu Santo es la manifestación de la sabiduría que hay en ti, que NO hay pecado y que lo único que hay que cambiar es la percepción, que es preciso liberarse de la culpabilidad que nos mantienen atados a este mundo de dolor. Que el dolor que sufrimos y la creencia en el sacrificio son los pilares que sustentan nuestro mundo visible. Un mundo donde la separación es ley; un mundo en el que, si tú tienes, el otro no tiene. Un mundo donde compartir es perder; un mundo en que dar sirve únicamente para obtener y, si das, pierdes.

Todas esas creencias y muchas más son la sustancia mental que nos hace ponernos enfermos. La enfermedad es la manifestación de una desarmonía interior, de una falta de coherencia en nosotros mismos. Se trata de pura idolatría, la creencia de que se nos puede desposeer de nuestro poder nos hace buscar afuera aquello que solamente está dentro de nosotros. Construimos iglesias, templos, dioses, ideologías, religiones, esperando encontrar en ellos la tan ansiada paz. Oramos y oramos, y nos sentimos abandonados porque no recibimos las respuestas esperadas. Entre otras cosas porque eso no es orar, sino negociar. Y no se pueden negociar con Dios las cosas de este mundo.

Creemos que hay un Dios que nos juzga. No comprendemos que esta característica o atributo no le corresponde a Él, sino al ego. La fuerza del juicio, la del acto de juzgar, es la energía que alimenta la separación. Esa verdad profunda esconde otra más profunda todavía, invisible a nuestros ojos duales: que todo está intrínsecamente unido, que no hay nada que no forme parte de nosotros y nosotros de ello.

Un Curso de Milagros pretende abrir nuestros ojos a esa verdad escondida, mediante el cambio de las creencias que son la base de la percepción, la cual crea el mundo que vemos. Y que, evidentemente, vivimos y repetimos una y otra vez en nuestra “irrealidad externa”. Hasta que decidimos cambiar. Hasta que nos responsabilizamos y nos damos cuenta, de manera profunda y vivencial, que aquello que yo creé, lo puedo des-crear y volver a crear de manera totalmente diferente.

“Una vez que alguien queda atrapado en el mundo de la percepción, queda atrapado en un sueño” (UCDM)

¿Y quién no se cree los sueños hasta que despierta?

Texto: Adaptación libre de “Curación a través de Un Curso de Milagros”, de Enric Corbera, a cargo de Xavi Demelo

Imagen de Aristeidis Tsitiridis en Pixabay

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