La ira es una impureza emocional que endurece el corazón y cierra la mente. En cualquier momento que te sientas AUTORIZADO para estar enfadado, por duro que sea, la respuesta siempre es el AMOR. Sin amor, el universo no puede programarse para compensarnos. Si no nos deshacemos de nuestra ira, ésta BLOQUEARÁ el universo milagroso y dará fuerza a la idea de que somos víctimas. A renglón seguido, RECREARÁ el escenario en el que lo somos.

IRA→VICTIMISMO→PROYECCIÓN. Un hijo de Dios NO puede ser victimizado.

“El Cristo que hay en ti no puede ser crucificado”

El ser material puede estar equivocado, pero el SER espiritual no. Percibe tus sentimientos, pero ten la suficiente consciencia para DISCERNIR entre procesar y proyectar afuera.

Ser consciente de tus sentimientos es sano, aferrarte a ellos es AUTOINDULGENCIA. Expresa tu ira en un entorno seguro y siente cuando ha llegado el momento de dejar de verbalizar tu dolor.

¿PREFIERES TENER RAZÓN O SER FELIZ? Aferrarte a tu ira solo te hiere a ti mismo. La única manera de EXPERIMENTAR los milagros es pensar en situaciones que dejen una puerta abierta a ellos. El universo ya se está ocupando de arreglar lo malo que haya ocurrido, pero tu ira, si persiste, INTERFIERE en el funcionamiento del universo milagroso. 

“Aquello a lo que te resistes, aquello persiste”.  Ante cualquier situación puedes responder desde el ego, asegurando el dolor y convirtiéndolo en SUFRIMIENTO, o puedes responder desde el espíritu, asegurando un milagro. Siempre eres RESPONSABLE de como contextualizas lo que crees que ha pasado.

Algo tiene el PODER de herirnos en la medida que CREAMOS en ese poder. La curación radica en tener presente lo que es REAL. Cuando antes cambie tu pensamiento, antes cambiarán tus circunstancias mortales.

No negamos tontamente que algo no ha sucedido, negamos su poder, para que no nos afecte. Deberíamos SENTIR nuestra ira, ACEPTAR que existe y ENTREGÁRSELA al Espíritu Santo para que la TRANSFORME. “Querido Dios, ayúdame a ver esta situación de otra manera”.

Seguro que hay muchos motivos legítimos para sentir una INDIGNACIÓN MORAL. Pero la indignación moral NO tiene que incluir la IRA PERSONAL. Dos claros ejemplos serían Martin Luther King y Mahatma Gandhi: Ambos se elevaron por encima de la energía baja de la ira, y eso los potenció para ser eficaces en la erradicación de lo que les indignaba moralmente. Tuvieron consigo la AUTORIDAD espiritual del obrador de milagros y eso les dio el poder de INVOCAR el mundo que deseaban ver.

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