Pregunta:

Hola Xavi,

Yo continuo con las lecciones…pero la verdad es que muchas cosas ni siquiera sé lo que quieren decir incluso ni siquiera sé qué estoy haciendo ni cómo aplicarlo en el día a día, que a fin de cuentas es la vida misma! Comencé el Curso asistiendo al grupo que comenzó en XXX, pero algunas respuestas que escuché no me parecen cabales, sinceramente. Que el alma no sufre, porque en realidad …nada de lo real puede ser amenazado, que el Ser no sufre…….me parece un desbarre…que la ternura no es de Dios…sino del ego…en fin…no veo como entender lo que no entiendo del curso con ese tipo de respuestas…no lo digo como crítica, es sólo que me gustaría entender el significado real, vivencial, cotidiano de las afirmaciones del curso y hay cosas que no entiendo. Afirma que nada real puede ser amenazado ¿cómo se encaja ahí la violencia, una paliza o una violación, la enfermedad? Negar que esté ocurriendo…no le encuentro sentido ni explicación. En todas partes están ocurriendo encuentros humanos pacíficos y también violentos…negarlo a qué nos conduce?. Hay personas que viven con salud y hay personas que están padeciendo enfermedades atroces…cómo encaja ahí la enseñanza del Curso de Milagros?

Yo quiero vivir en paz, con salud, abundancia y relaciones de amor sincero con todas las personas y demás seres sintientes, incluido yo…pero como se consigue según la enseñanza del Curso de Milagros?

No entiendo mucha de la enseñanza del Curso de Milagros y me gustaría comprenderla, no solo para mi felicidad, también para compartirla con quien lo desee.

Si decides compartir tu charla y otras más que des acerca del Curso de Milagros me gustaría saberlo, requetegracias!.

Un abrazo .

Respuesta:

Uno de los muchos episodios de mi búsqueda hacia lo interno fue el estudio de una determinada disciplina yóguica. el nombre de la cual no citaré aquí para que estas letras no se conviertan en un juicio más, aunque me doy cuenta de que en este preciso momento mi personajillo (ego) arde en deseos de ponderar, criticar, comparar y cuantificar la doctrina en cuestión. Pero como sé que mi personajillo está para eso, para mostrarme todo aquello que me tengo que perdonar, aprovecharé para perdonarme y escribir, perdonarme y escribir…

¿Quién dijo que los hombres no podemos hacer dos cosas a la vez?

El plan de estudios, a grosso modo, consistía en una teoría metafísica complicadísima (por lo menos para mí), basada en filosofías y religiones orientales que se ocultan en la noche de los tiempos, y en una práctica yóguica y meditacional que había que realizar cada día al amanecer. O sea, la parte intelectual y la parte experiencial.

Mi ego mundano, obviamente, ponía obstáculos en cada uno de los dos frentes. Mis programas mentales y culturales hacían que me rechinaran en el cerebro aquellos textos incomprensibles cuyos nombres y denominaciones eran condenadamente largos y llenos de vocales (por lo visto, parece que llegaron tarde al reparto de consonantes), y la pereza hacía que me resistiera enormemente a levantarme de la cama para realizar una hora de asanas (posturas yóguicas) y otra hora de meditación y canto de mantras.

El maestro que impartía el curso lo tenía muy fácil para subsanar dudas de comprensión intelectual: Cada vez que una estudiante preguntaba mucho, le respondía: “¿Hoy has hecho la meditación?”. O bien: “¿Cuantos días hace que no cumples tu disciplina?” Y ahí se terminaba todo.

Yo decidí aplicarme el cuento; cumplía diariamente la parte experiencial, o sea los ejercicios y la meditación, y no me preguntaba sobre aquello que no entendía. Los cambios positivos que se realizaron en mí fueron los siguientes:

a).-Me sentía mucho mejor, más alegre y conectado con la vida.
b).-Mi forma física mejoró considerablemente.
c).-No necesitaba analizar tanto. Salí de la “parálisis del análisis” y comencé a experimentar paz interna.
d).-Y, por último, fue una buena preparación para que UCDM apareciera en mi vida (de hecho, me compré el libro en un encuentro de yoga). Cambié de una manera natural el mantra interno de “Haz tu disciplina y confía” por el de “Perdona y confía”, que es el que aplico ahora, en contraposición al mantra del ego, que es “Busca pero no halles”.

Intentar intelectualizar UCDM, rebelarse internamente contra sus enseñanzas, enfadarse porque la interpretación del Curso de determinado maestro transmisor no nos guste, buscar tres pies al gato, querer entender y juzgar desde el programa de pensamiento del ego aquello que solo puede experimentarse en profundidad y sin etiquetas, es como creer en conceptos ridículos en sí mismos (por lo menos para mí, dicho sea con el debido respeto a toda la gente que aún cree en ellos), como por ejemplo “guerra santa”, o “hipoteca feliz”, o “amor para siempre”, o “media naranja”, o “salvar al mundo”, etc. En definitiva, son los mismos perros con diferentes collares.

Decimos que estamos buscando la paz interna, pero en realidad pasamos de sentirnos víctimas y quejarnos por nuestra mala suerte, la pareja que nos traicionó, el signo zodiacal bajo el que nacimos y que nos condiciona (o si no el ascendente, o la luna en Cáncer, que tiene que ser la hostia de chunga, tú…), la lotería que nunca toca, la crisis económica, que es tan grande que no cabe en los noticiarios, el gobierno, el ayuntamiento, la religión judeo-cristiana, que tan mal se portó en la Edad Media y que encima tiene curas que ejercen la pederastia, mi marido, mi cuñado, el vecino que pone la tele alta por la noche, los inmigrantes que nos quitan el trabajo, etc., etc…, pasamos, repito, de todo eso a echarle la culpa al Curso, a sus incongruencias (según el sistema de pensamiento del ego, claro), quejarnos de que no cumple nuestras expectativas, que no tiene en cuenta ni contempla aquellas premisas que nuestro ego necesita para sentirse cómodo y a salvo: La comida vegetariana, el maltrato a los animales, la educación de los hijos, la violencia de género, las leyes antitaurinas, la posible extinción del buitre leonado y qué hacer concretamente, pero con-cre-ta-men-te, ¡eh!, cuando mi marido se entiende con la vecina del quinto, que encima es más fea que yo, para más inri.

Como muy bien dice UCDM: “Cada maestro de Dios tiene su propio curso. La estructura de éste varía enormemente, así como los métodos de enseñanza empleados. El contenido del curso, no obstante, nunca varía. Su tema central es: El Hijo de Dios es inocente, y en su inocencia radica su salvación”. Manual del Maestro – 1.III.1-5

¿Y quién dice que el hijo de Dios, o sea yo, tú y todo quisque, es culpable? Sí, lo adivinaste: Yo, tú y todo quisque. ¿Y qué se hace para convertir un culpable en inocente? También lo adivinaste: Perdonarle. ¿Y cuando asoma la culpabilidad? (más que nada para saber cuando hemos de perdonar) Cuando uno piensa en cualquiera de las cosas planteadas más arriba. O sea, constantemente. I’m sorry, te pillé y me pillé. ¿Y quién tiene el poder de perdonar? El juez. O sea, el que juzga. O sea yo, tú y todo quisque. Fíjate qué fácil; el propio culpable que creó el pensamiento que hace que se sienta mal con respecto a esto, aquello y lo de más allá, tiene el poder de deshacerlo aplicando el perdón hacia sí mismo.

Y este es mi Curso, en la práctica: Perdonar y confiar. Todo lo que viene a mi pensamiento que no me gusta, no entiendo, me rebelo, me produce ira, todo lo que encuentro injusto, “malo” (siempre pregunto a los alumnos en mis cursos si han encontrado el bien y el mal, o la justicia y la injusticia en el bar de la esquina, tomando un cortado), etc., me lo perdono y confío. Y a menudo, y esto también lo repito constantemente en mis cursos, “me lo perdono por si acaso”. En cuestión de perdón hacia uno mismo, más vale pecar por exceso que por defecto.

Cada vez que tengo miedo, perdono y confío, cada vez que no comprendo, perdono y confío, cada vez que me enfado por algo que ocurre en el exterior, en mi interior perdono y confío. Es tan sencillo como eso. No quiere decir que sea fácil, pero el método es muy sencillo. ¿Que vienen resistencias? Perdono y confío. ¿Que tengo prisa por la iluminación, la comprensión y la felicidad profunda en armonía con todas las cosas? Perdono y confío.

“Ahora debes aprender que solo la paciencia infinita produce resultados inmediatos” T-5.VI.12:1

¿Cómo se perdona? Yo lo hago así: Me digo: “Esto es mío, me lo perdono”. A veces lo reconozco al momento y a veces no. No importa.

¿Cómo se confía? Yo me digo: “Hágase tu voluntad y no la mía, Espíritu Santo”, y más tarde: “El futuro está en manos de Dios”. Esto es muy personal, yo lo hago así porque tengo un ego de serie muy planificador y controlador, del cual intento reírme cada vez que puedo y me acuerdo. Ya sabes: “Si quieres ver reír a Dios, haz planes”

¿Y saben qué? Cada vez siento más paz interna. Llámenme simple, lo admito. Y perdónense cuando lo hagan, es un consejo gratuito. Aprovecho para perdonarme la posible fatuidad que siempre acompaña un consejo, aunque sea gratuito y bienintencionado.

Cuando en alguna reunión surgen las preguntas del millón sobre UCDM, como por ejemplo, si fue antes el huevo, la gallina o la separación del Hijo de Dios de su Padre, o si el soñador que sueña su ilusión de separación se despertara y se diera cuenta de que sigue soñando en su hamaca, y si esta hamaca hubiera cambiado por un mágico soporte fabricado en polvo de arcángeles de la quinta dimensión en los anillos de Ganimedes, etc, entonces me doy cuenta que la única herramienta que tengo y que deseo utilizar es el Perdón.

“El ego exigirá muchas respuestas que este curso no provee. El curso no reconoce como preguntas aquellas que solo tienen la apariencia de preguntas, pero que son imposibles de contestar. El ego pregunta: “¿Como sucedió lo imposible?” . “¿A qué le ocurrió lo imposible?” , y lo puede preguntar de muchas maneras. Mas no hay respuesta para ello; solo una experiencia. Busca solo ésta y no permitas que la teología te retrase.” UCDM – Clarificación de términos.

Porque sé, -y no me pregunten porqué, simplemente lo siento así, y cada vez más-, que cada pensamiento, sentimiento, acción u omisión que proyecto en el mundo es una oportunidad para el perdón y para despertar. Y que todas las cosas y circunstancias que juzgo buenas o malas que me han pasado en la vida han sido eslabones necesarios de la cadena que me han llevado hasta el momento presente. Por tanto, ¿quien soy yo para entenderlas? ¿o para catalogarlas y etiquetarlas? Tenían que pasar y punto. Aceptación y agradecimiento. Todo lo demás son pajas mentales.

¿Y saben otra cosa? Aunque todo el libro de UCDM fuera una inmensa fábula, aunque yo viviera engañado, soy feliz desde que lo practico y cada vez sufro menos. Para mí, la felicidad es la ausencia de sufrimiento. Se lo oí decir un día a Jorge Lomar en una entrevista y me hice mía la frase. Espero que la SGAE no me castigue. Y si lo hace, me perdono de antemano.

Porque, al igual que la fábula de Caín y Abel me sirvió en su momento para saber que no debía pegarle a mi hermana (aunque la pobre, por ser menor, recibió sus buenos palos hasta que no lo interioricé), UCDM me sirve para darme cuenta de que “Nada real (o sea YO) puede ser amenazado, nada irreal (o sea todo lo que creo, siento, juzgo, intento entender, etc.) existe” En esto radica la paz de Dios (o sea YO).

“Haz simplemente esto: Permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. No conserves nada. No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su procedencia, hayas aprendido con anterioridad. Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios. “ W-pl.189.7:1-5

Xavi

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