Durante aproximadamente 2,000 años, la Biblia ha tenido un dominio increíble sobre la civilización occidental, y claramente ha dominado todas las demás formas del pensamiento religioso. Es más, ésta ha ejercido la más poderosa influencia sobre el curso de la historia política, económica, social, moral y artística de Occidente.

La razón para ese dominio, cuando se examina la Biblia desde la perspectiva de Un curso de milagros, es la clara expresión que su teología le otorga al sistema de pensamiento del ego, lo cual justifica para sus creyentes sus propias necesidades de ser especiales. Muchos estudiantes de Un curso de milagros han sido tentados a llamar el Curso el “Tercer Testamento”, expresando su creencia de que éste representa la misma teología básica de la Biblia, aunque en una forma más “purificada” (es decir, menos ego-dominada) o más evolucionada espiritualmente. Esto distorsiona crasamente lo que Un curso de milagros enseña y constituye un perjuicio tanto para el Curso como para la Biblia. De hecho, el Curso y la Biblia reflejan teologías enteramente diferentes y que se excluyen mutuamente, las cuales jamás pueden integrarse en una espiritualidad coherente.

Esta diferencia crucial puede resumirse en la afirmación de que para los cristianos la Biblia es la Palabra de Dios, mientras que desde la perspectiva de Un curso de milagros, la Biblia se vería sólo como uno entre muchos documentos religiosos que reflejan la conciencia de la época y la cultura en las cuales se escribieron. El error del cristianismo ha consistido en elevar los planteamientos teológicos e históricos de la Biblia a verdades absolutas, en nada distintos a que un amante de Shakespeare aseverara que sus grandes dramas históricos presentan un relato preciso de la historia inglesa.

Por lo tanto, intentar una reconciliación entre estos dos caminos espirituales -Un Curso de milagros y el cristianismo tradicional- inevitablemente tiene que conducir a la frustración en el mejor de los casos y a una severa distorsión en el peor. Un curso de milagros refuta directamente el fundamento mismo de la fe cristiana y no deja nada sobre lo cual los cristianos puedan basar su fe. Sucintamente planteado, he aquí algunas de las diferencias fundamentales entre los dos.

1) Un curso de milagros enseña que Dios NO creó el universo físico, el cual incluye materia, forma y el cuerpo; la Biblia afirma que El lo creó.

2) El Dios de Un curso de milagros ni siquiera conoce el pecado de la separación (puesto que conocerlo lo haría real) y menos aún reacciona al mismo; el Dios de la Biblia percibe el pecado directamente, como se describe en el relato del Jardín del Edén.

3)El Jesús de Un curso de milagros es igual a todos los demás, una parte del Unigénito de Dios o Cristo; el Jesús de la Biblia se ve como especial, aparte y, por consiguiente, ontológicamente distinto a todos los demás puesto que es el engendrado Hijo único de Dios, la segunda persona de la Trinidad.

4) El Jesús de Un curso de milagros no es enviado por Dios para que sufra y muera en la cruz en un acto sacrificial de expiación por el pecado, sino que más bien enseña que el pecado no existe al demostrar que nada le ocurrió a él en realidad, puesto que el pecado no tiene efecto alguno sobre el Amor de Dios; el Jesús de la Biblia agoniza, sufre y muere por los pecados del mundo en un acto que le brinda salvación vicaria a la humanidad, por medio de lo cual establece el pecado y la muerte como reales y además refleja claramente que Dios ha sido afectado por el pecado de Adán y tiene que responder por la presencia real del pecado en el mundo a través del sacrificio de Su Hijo bien amado.

En resumen, por lo tanto, podemos concluir que no existe forma alguna en que uno pueda reconciliar el Dios o la teología de la Biblia con la teología que encontramos en Un curso de milagros. Es más, la figura de Jesús en la Biblia es totalmente incompatible con el Jesús que creó Un curso de milagros. De hecho, el mismo Jesús afirma en el Curso, en obvia referencia a las imágenes históricas que se extrajeron de las bíblicas, que se hicieron ídolos amargos de él “que sólo quiere ser un hermano para el mundo” (C-5.5:7).

Una de las lecciones más importantes que puede aprender un estudiante de Un curso de milagros es cómo estar en desacuerdo con alguien (bien sea que esa persona esté en otro camino espiritual, o que sea un estudiante del Curso) sin que ello sea un ataque.

En nuestro mundo de multiplicidad, donde rigen las proyecciones y percepciones personales, es casi imposible para la gente estar de acuerdo cuando de sistemas de pensamiento se trata, o casi en todo lo demás en cuanto a eso. Un curso de milagros, de hecho, enseña de por sí a través del uso de contrastes, como afirma con frecuencia, aun cuando esas diferencias están ausentes en el Cielo, el estado de perfecta unicidad o de unidad indiferenciado.

En nuestro nivel de aprendizaje, sin embargo, donde creemos que existimos dentro del sistema de pensamiento del ego de tiempo y espacio, de separación y especialismo, todavía tenemos la necesidad del contraste para aprender las lecciones de perdón del Espíritu Santo en vez de las lecciones de ataque del ego.

(Extracto del libro “Un Curso de Milagros y El Cristianismo: Un diálogo”, Introducción de Kenneth Wapnick y W. Norris Clarke. Adaptado por Xavi Demelo.)

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

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